
Director: Matt Reeves
Guión: Drew Goddard
Fecha de estreno: 7 February 2008 (Chile)
Género: Acción / Misterio / Sci-Fi / Thriller
Mucho se ha dicho acerca de J.J. Abrahms. Que es el nuevo Stephen King del misterio, el suspenso y la intriga. Que es el creador de un nuevo formato televisivo, y así una extensa lista de calificativos y apelativos.
Innegable es el hecho que el señor Abrahms haya creado a la fecha un par de series bastante interesantes, por decir lo menos, Alias y la adictiva Lost.
Sin embargo, J.J. no descansa en sus laureles.
Cuando finalizó la 3ª temporada de Lost, y antes de que comenzara la 4ª, Abrahms atacó sin ningún bombo ni platillo, con su nuevo hijo, bizarro por lo demás, llamado Cloverfield, y el formato cambió radicalmente. De la televisión al cine y con varios millones de dólares de por medio.
Esta vez ya no estabamos siguiendo a un grupo hetereogéneo de tripulantes perdidos en una misteriosa isla, sino a un cuarteto de amigos, que en medio de una fiesta de despedida de uno de ellos, son testigos, de un extraño ataque, bombardeo, acaosis, que azota su ciudad de residencia. Manhattan.
¿Qué se hace en medio del caos y la desconcertación reinantes?
Pues, cámara en mano, salir a cubrir el suceso y de paso, salvar el pellejo.
Mutilaciones de emblemas patrios americanos, apenas unas apariciones, y no muy claras, de la bestia que destruye libremente todo a su paso.
¡Esto parece Godzilla!
Y sin embargo, no lo es, y sí lo es.
Sabemos que existe un monstruo sediento de destrucción. Ok.
Sabemos que el gobierno está al tanto y como buena república que se dice ser, evacúa a sus impuestos, digo ciudadanos.
Hay militares que están ahí para detener a este poco amable y mega-destructor invasor.
Y ahí es donde radica la gracia y el giro de tuerca respecto al género.
No es el cómo matamos al monstruo, sino, como conservamos la vida mientras nuestras fuerzas de defensa enfrentan la amenaza que representa un ser viviente de origen desconocido y medidas descomunales.
Es el instinto más básico y primordial de un hombre como tal, la sobrevivencia.
Mientras ves como nuestros protagonistas se aferran a la vida, pierdes el aire, te asustas, gritas, tratas de entender como luce el monstruo, piensas en que harías en su situación, te preguntas de que manera reaccionarías en la eventualidad de este tipo de amenaza.
Se te acaba la hora y 20 minutos y quedas con una sensación angustiante.
Miras al cielo, y te alegras de no vivir en Manhattan, y de seguir siendo aún, una nación tercermundista.